Las personas mayores suelen experimentar un deterioro en sus capacidades físicas y mentales que puede afectar negativamente a su habilidad para conducir de manera segura.
Este deterioro incluye cambios en la vista, el oído, la psicomotricidad y otras capacidades importantes para la conducción.
En el proceso de envejecimiento, la visión tiende a estrecharse, lo que puede resultar en una reducción del campo visual y una mayor sensibilidad a los deslumbramientos.
Además, la audición puede deteriorarse, lo que dificulta la capacidad para distinguir sonidos y determinar su origen.
El envejecimiento también puede influir en las capacidades psicomotoras esenciales para la conducción.
Esto puede traducirse en una menor capacidad para mantener la atención, un procesamiento más lento de la información, un aumento en el tiempo de reacción y una disminución de la destreza en el manejo de los controles del vehículo.